Duelos

Los duelos son procesos por los que todos vamos a pasar en algún momento de nuestras vidas. Aparte de la pérdida de un ser querido, duelo es el proceso por el que uno se enfrenta a hechos que suponen sufrimiento, como puede ser una separación afectiva, una enfermedad, la pérdida del trabajo o del hogar, etc. El sufrimiento inevitable que conllevan estas pérdidas es una experiencia natural, no una enfermedad o un trastorno, y el ser humano está abocado, quiera o no, a vivir esta experiencia alguna vez a lo largo de su vida.

El duelo es una respuesta natural a un daño que forma parte de los riesgos de la vida. El dolor psíquico que acompaña a la pérdida puede ser muy intenso, la vida se ve oscura, pierde el color, se siente que nos supera, que forma parte de una pesadilla y nos hace preguntarnos ¿por qué me ha sucedido a mí?. Los sentimientos de confusión, añoranza, rabia y culpabilidad a menudo estarán muy presentes en el duelo. La sensación de que nuestro mundo se desmorona y no hay futuro después de la pérdida es muy frecuente, pero hasta aquí todo es natural y entra dentro de la normalidad. Sin embargo, para algunas personas, en lugar del gran luto que se suaviza con el paso del tiempo, el dolor se mantendrá intenso y sostenido en el tiempo. En ellas se manifiestan estados de depresión, desesperanza, ira y aislamiento que forman lo que se denomina “duelo complicado”, que aparece cuando la persona no ha podido elaborar un duelo normal. Estos procesos se producen cuando la manera en que lidiamos con ellos está determinada parcialmente por nuestras conexiones de memoria que enlazan con traumas antiguos, como la muerte prematura de una madre, el abandono de un padre o la negligencia en los cuidados infantiles. Pero incluso un duelo normal, cuando no se elabora, cuando se reprimen y rechazan los sentimientos de tristeza y de pérdida como signo de debilidad, puede evolucionar hacia un duelo complicado bajo la forma de una depresión.

El duelo es, en última instancia, una herida provocada por la falta de relación, que solo puede ser curada dentro de otras relaciones. Somos seres sociales, necesitamos amor, reconocimiento, consuelo y aceptación de los otros para poder crecer, madurar y vivir con plenitud. No reconocer y expresar nuestro dolor natural ante los traumas de la vida es algo que va contra la naturaleza humana. Pero cada persona necesita su tiempo para digerir y expresar sus emociones y poder compartirlas, teniendo en cuenta que cuanto más profundo es el trauma, más tiempo se necesita para esta tarea.

ANA ALONSO GONZALEZ