Laura

Cuando empecé la terapia con Ana estaba aturdida, llena de sensaciones negativas y cerrada sobre mí misma y a la comprensión de mi entorno.

Era como una cebolla cerrada y dura cuyas capas no era posible separar.

En la primera etapa sentí que liberaba con dificultad la primera capa y me invadieron muchos sentimientos que tenía aprisionados: pena, tristeza y angustia. Y poco a poco, con esfuerzo y, a veces con impaciencia, fui quitando todas las capas y aprendí a conocerme, a quererme y, gracias a eso, a querer a los demás. A admitir las frustraciones, a comprender las negativas, a enfrentarme con serenidad a los problemas. Y descubrí con alegría que había llegado al cogollo, abierto a la vida y sin miedo a ella.

Y todo el proceso fue posible porque desde el principio me sentí acompañada y acogida, segura, respetada y nunca juzgada. Fue ese ambiente de confianza el que hizo posible el éxito de la terapia. Yo recomiendo a todo el mundo que no tenga miedo a entrar en su propia cebolla a eliminar todas las capas que te hacían infeliz y te impedían ser como realmente eres.